Feliz 2022

Dispuesta a emprender la última entrada para este año en mi blog, como siempre antes de empezar y sin saber por dónde arrancar, al más puro estilo de Álvaro, un escritor mediocre interpretado por el inigualable Javier Gutiérrez en la película «El Autor«, respiro hondo, froto mis manos y entrelazo los dedos; miro hacia abajo. Delante de mí, sobre el escritorio, un calendario de 2022, que ya tiene dibujados desde hace un par de semanas círculos, cuadrados y apuntes, fechas reservadas hasta al menos el próximo julio para seminarios, cursos presenciales u online, alguna escapada personal… y un gran interrogante imaginario que lo envuelve todo!
Acabo de encontrar mi inspiración para este post, porque acabo de darme cuenta de que lo que importa en primera, segunda y última instancia es la actitud.

¿Qué diferencia hay entre tener una agenda que se puede ver alterada o cancelada en cualquier momento por la evidencia del ambiente pandémico, o tener una agenda fijada que no se va a mover (seguro que no, te lo garantizo, porque todo está atadísimo)? Pues si hablamos de lo que es la agenda, ninguna.

La única diferencia está en nuestra cabeza, en cómo nosotros gestionamos los posibles contratiempos que nos puedan surgir.

En estos días sabemos que nuestra amenaza más cierta y directa es la pandemia, pero… ¿Y cuando no la había? Podría ser una nevada, una enfermedad inesperada, o cualquier otra circunstancia catastrofista o no, que no nos imaginamos que nos pudiera pasar… ¡hasta que nos pasa! (te embarazas, te roban el coche, te sale un príncipe montado sobre un unicornio rosa y te lleva al país de Nunca Jamás, de repente te haces invisible, o tu curro te traslada a vivir a la Costa de Marfil y te convierten ellos en invisible… ¿Quién sabe?).

Entonces, ¿Por qué tanta preocupación? La amenaza de que algo ocurra es la misma, solo que la pandemia la tenemos presente como opción palpable y las otras tropecientas variables están como en una nube, subidas al imaginario de Álvaro, el de la peli de antes, que no sabe si traerlas o no a su realidad.

¿Cuál es la diferencia? Se trata de saber si estás dispuesto o no a comportarte como el tal Álvaro (no hace falta que veas la peli, es solo un recurso para decirte que tu actitud es lo que importa de verdad).

Una de las características que tiene la vida es precisamente esa: no saber qué va a pasar y aprender a sortear los baches conforme aparecen.

Recuerdo un juego que hacía con mis amigos hace ya bastantes años. Se trataba de hacer preguntas a la persona que juega contigo, y según va contestando, sus respuestas dan claves que se anotan y después se hace una «lectura» (interpretación) de su personalidad. Por ejemplo, se le preguntaba si le gustaba el mar y había varias opciones a marcar. El mar representaba el amor, y su respuesta se relacionaba con lo que esa persona pensaba inconscientemente sobre el amor. Salían cosas muy interesantes de todo aquello, que por supuesto luego era confirmado por el jugador… ¿Sabéis cuál era la primera pregunta que se le hacía?.

El juego empezaba así:

Este es el Juego de la Selva. Imagina que estás ante una selva ¿Quieres entrar?.

Como es evidente, el Juego de la Selva simbolizaba el Juego de la Vida. La disposición a querer entrar a la selva, era las ganas de vivir que tenía el jugador.

¿Y la siguiente?:

Cuéntame cómo imaginas que es esa selva.

Este año 2021 nos ha tocado pasar momentos muy raros, críticos, extremos, de incertidumbre, de rabia, de incomprensión, de mucha impotencia. Sobretodo porque lo que acontece es a nivel mundial y eso es un pleno a diana. Como especie y a nivel individual, la salud y las consecuencias, ninguna halagüeña: negocios quebrados, economía hundida, libertades restringidas, diversidad de opiniones, enfrentamientos entre miembros de las propias familias o de buenos amigos… son solo algunas.

Aún así, tengo el convencimiento profundo de que si la vida nos plantea un reto es porque lo podemos superar. Recuerda: ACTITUD.

Vuelvo a respirar hondo, miro el teclado sobre el que escribo y debajo sobre el escritorio sigue el mismo calendario.

Vale, SÍ quiero adentrarme en la selva. Voy a jugar, desde el primero hasta el último de los días, con agenda o sin ella. Voy a imaginar mi selva con un montón de caminos (algunos escondidos) de los que pueda echar mano si necesito escapar, o buscar plan B; voy a poner claros de jungla para poder ver las estrellas por la noche; voy a pintar una X con un tesoro por descubrir en algún lugar y voy a ir pintando personas con las que compartir trocitos de mi camino, a veces cubierto de maleza, a veces fáciles de transitar.

¿Te adentras conmigo?

FELIZ AÑO NUEVO 2022!!!

 

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